20 ene 2010

Livin´ la vida Conaprole

Vengo de pasar casi 20 días en Uruguay, mi más longeva estadía en el exterior hasta el momento. Esto me permitió analizar y comparar varias cosas con el vecino país, y probar muchas cosas de allá. Claro que algunas cosas que pensé durante mi estadía en aquellas tierras repletas de lomas pueden llegar a parecer medianamente relevantes para alguien, pero sin embargo tengo ganas de contarles algo que carece de total importancia.

Lo que más me llamó la atención y una de las cosas que más disfruté de aquel lado del río fue la calidad de la comida. Si, dale, tengo alma de gordo -siempre fue así. Les hago un pequeño conteo de lo más distinguido

*El pan: no sé si El Pan –con mayúsculas-, al menos UN pan que compramos nosotros religiosamente todas las mañanas que nos fue vendido bajo el nombre de “catalán”. Maaaamita qué pan!! Puedo decir sin temor a equivocarme que fue el pan más rico que comí en mi vida. El Lovo hacía muy buen pan, el Fargo lidera en lo suyo, pero estos catalanes te sacaban una sonrisa con solo probar un bocado. Claro que después de ese bocado te comías un kilo y medio y bueno… vean la panza.


*Las salchichas. Antes de explicar el porqué de su inclusión debo aclarar que arrancamos con un problema. Porque resulta que los charrúas (no se si todos, hablo de lo que me tocó conocer allá en estos días) les dicen –a mi entender cometiendo un error aparentemente menor, casquivano, pero que irremediable lleva a la debacle de una civilización- “panchos” a las salchichas. ¿y a los panchos? Bueno, “panchos” también. Eso genera algún que otro tipo de confusión con nuestros coterráneos que allí quieran hacerse de un pancho, pero la zafa. Yo me pregunto, ¿al chorizo le dirán “choripán”? ¿A la milanesa “napolitana”?¿al jamón “tostado”? no lo sé pero no creo.
Ahora las salchichas. Bueno, son tan tan buenas que el Estado Nacional Peronista debería castrar a los insoportables perritos de Vienísima para que no reproduzcan más salchichas con gusto a nada e inundar el mercado local con las salchichas yoruguas. El sabor es incomparable.

*Choclos. Es bien sabido por el público en general que cualquier choclo sabe mucho mucho mejor cuando se lo come en la playa. Pero estos choclos eran buenos hasta para comerlos en el sillón mirando al gordo Recondo en Mar del Plata. Sencillamente fantásticos los choclos uruguayos.

*La cerveza. No es comida, pero alimenta el alma así que vale. Ya laurelié (qué? Ahora no puedo inventar términos en mi propio blog? Es tirar laureles: laurelear) a la Pilsen y lo seguiré haciendo hasta que mi hígado tome la forma de la cara de Romay. Es de-li-cio-sa. La Patricia también está buena, varios pasos más atrás, pero es rica también.

*Conaprole, y acá llego al centro de mi relato. Cooperativa Nacional de Productores Lecheros. No sé si seguirá siendo cooperativa, seguramente ya está en manos de perversos capitales foráneos, con sus finanzas comandadas por estúpidos engominados que salen en la revista Fortuna catalogados como CEO (qué será más detestable, ¿el término y el cargo?), pero no me gusta por su nombre trotsko-leninista. TODO lo que probé de Conaprole me pareció increíble de bueno. ¡Pura calidad y sabor, Teté! Algunos casos
1-Colet. Es como una archi recontra Cíndor, con mucho más sabor, más espesa, más todo. Me imagino que la propaganda sería un productor lechero cooperativo diciéndole a la caja vengadora “sabés cuánta Colet te hace falta?” y PUM! Un rebencazo.
2-Helados. Grossos. El “sándwich”, que consta de una casata aprisionada entre dos obleas muy finas casi como las tapas del turrón arcor (el rojo de siempre), fue el hit de mi verano. Probé de otra marca y fue como por un segundo ser de All Boys: una tristeza…
3-Manteca. Con o sin sal, las dos un espectáculo y una gran, enorme, gigante combinación con los panes catalanes
4-el queso sándwich (aparentemente el CEO de la empresa prioriza la lógica mundana de la practicidad de los productos al nombrarlos por sobre la no repetición de nombres) te alegra la media tarde así de fácil. Por algo todas las fiambrerías de La Paloma estaban a todo culo. ((un detalle; una piba –aunque ya no tan pequeña, se notaba su falta de experiencia en eso de arreglarselás un poco con la vida, salir a la calle, hacerse un sándwich, etc- le pide a la mina de la fiambrería que le corte en fetas queso cremoso, a lo cual no pude evitar –después de la obvia negativa de la empleada- la carcajada y el comentario sínico, con lo que me gané una pequeña cara de odio. Boludaaaa salí del tupper!))


Tengo que aclarar también que no todo es sabor a lasaña en la tierra de los orientales: las facturas (de nuevo, el problema de la duplicación de nombres para un mismo producto, allá les dicen “bizcochos”, al igual que a los… si, bizcochos) no son para naaada buenas. Eso que a mí con meterle crema pastelera a una galletita mediatarde me comprás, pero en eso le pifiaron.

En breve, más crónicas, análisis y testimonios del Uruguay
Ahí va

3 comentarios:

  1. VOS PENSASTE QUE EL VASCOLET ARGENTINO PUDO HABER SIDO UNA CRUZA DEL COLET URUGUAYO Y ALGUN LADRI PORTEÑO DE APELLIDO VASSOLO, VASTI, VASRALDIAN O ALGO ASI, QUE SE TRAJO LA IDEA Y PUSO LA FABRICA ACA??

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  2. Vamos por la super panza! ;)

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  3. Indudablemente este post tiene la calidad del canal GOURMET, es mas te estas pareciendo al gordito chinito que dicen que es japones pero salio de Lomas de Zamora.
    Abrazo el Gurizao.
    PD: traete unos sanwuichitos de helado son lo mas!

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Gracias por comentar! Alláh te bendiga, amigo mío.