9 sept 2011

hoy 21

Podríamos relatar, creo, la sucesión diaria Cama-Trabajo como si fuéramos construyendo una desagradable montaña de situaciones, de mínima, molestas.

1-Dejar de dormir es feo
2-El sonido del despertador (cualquiera sea) es horrible
1+2= 3-Despertarse con despertador te corta el día con menos diez
4-Levantarse de la cama sabiendo que lo que nos espera es una jornada laboral deprime
5-Darse cuenta que ya se adelantó el despertador tres veces (diez minutos más… otros diez minutos más) y que no hay tiempo ni para desayunar lo hace sentir a uno profundamente desgraciado
6-Salir con los ojos casi cerrados, ver el tren venir, correr hasta la estación y no llegar a tomarlo, al menos a mí, me da ganas de esperar diez minutos a la próxima formación sólo para tirarme abajo
7-El viaje hacia el centro -donde siempre siempre hay algún pelotudo o forra que se pone rígido/a para mantener el medio metro que tiene entre su persona y la puerta del otro lado y así poder seguir leyendo tranquilamente La Razón mientras el resto del coche se trenza en un contienda casi bárbara por subsistir- no es para nada más feliz que los restantes 6 puntos

en términos económicos:




Pero hoy, con esos giros que no se sabe bien de dónde salen, cuando llegué a Retiro y pude salir finalmente del sector de andenes, se me ocurrió caminar hasta el trabajo en vez de combinar con el subte.

Y ahí, señores, ahí sí. Salí de la vieja estación y me sorprendió una luz zarpada. El sol se había acordado de nosotros, tan abandonados que nos tenía desde mayo!

Crucé la plaza San Martín por la mitad sin poder dejar de mirar el verde de las hojas que apenas si se movían. y ahí caí: YA LLEGÓ LA PRIMAVERA.

Aunque vaya en contra de Galileo y de las placas que cuentan días en Crónica, hoy es primavera. Y aproveché el envión anímico que me produjo el decubrimiento para poner en práctica una recomendación que me hizo mi amigo El Flaco mientras íbamos en pos de unos bizcochos en Cuzco "hay que mirar para arriba. mientras caminás, así, en vez de mirar el piso mirás para arriba y descubrís que hay un segundo piso que está bueno, un balcón viejo, la copa de los árboles, el cielo. y ya está, qué más?"


Así que mientras sonaba el pianito tacvba de "me dices loco porque he reído cuando debiera tal vez llorar. me dices loco porque he llorado cuando era todo felicidad. no me comprendes, me dices loco. sólo te inspiro curiosidad" me despachaba el mundo con unas linda cúpulas, una ventanita allá arriba del todo donde sólo habría tal vez un altillo, azulejos, el único edificio de microcentro con ladrillos a la vista (que yo conozca). Y el viaje fue hermoso. Recién cuando llegué al trabajo -10, 12 cuadras- me di cuenta que estaba en una calle llena de colectivos y ruido.




3 comentarios:

  1. me re gustó! es cierto, menos transporte más caminata,en delicado equilibrio entre mirar el cielo y esquivar lo desagradable del suelo.
    Besos hermano!

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  2. Luego de leerte, reflexioné: qué loco que pasé tantos años viviendo en esta ciudad y descubrí lo lindo que es mirar para arriba después de El Viaje. Parece que hay que despojarse de todas las ataduras urbano-sociales para disfrutar de las pequeñas hermosas cosas que el mundo nos da, sólo pidiéndonos a cambio alguno de los cinco sentidos para disfrutar la naturaza.

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Gracias por comentar! Alláh te bendiga, amigo mío.